domingo, 21 de julio de 2013

Palabras a un pueblo de Mestarios

Idiotas, os pasáis media vida aprendiendo a usar la razón, y una vez la controláis en una ínfima parte de su totalidad, la malgastáis buscando el paradero de la piedra filosofal.
Idiotas, os digo. A cada uno de vosotros, que me estáis escuchando esperando oír algo grandioso; algo revelador e implacable.  No os equivoquéis. Conozco la receta, la he palpado y tenido entre mis dedos una y otra vez. Una y otra, y otra vez, mientras no habíais vivido ni vuestra primera mitad.


Yo controlo ambas partes. Yo predigo las ocultas de los tres hilos de la mano legendaria. Yo soy dueña de vuestro sueño y de vuestra búsqueda. Sólo yo puedo dar remedio.
Y en vez de concederos la salvación eterna. En lugar de sopesar la desbaratada idea de entregaros ese secreto que albergué en mis pezuñas, y sonsaqué con mi sagrado cetro negro de tres puntas... voy a lanzar la espina del corsario, voy a invocar y manejar a mi antojo el nombre de Lavenea; mientras vosotros perdéis vuestra segunda mitad. Creyendo saberlo todo, mermando vuestro falso ingenio en profundas idioteces. Mientras morís de forma infinita, sin llegar a perecer, pero tampoco alcanzando la majestuosidad del elixir. Agonía.



¿Dejar de ser esclavo del miedo? ¿De aquello que te vuelve inmóvil y cautivo en el eclipse de la habilidad farsefa? Tan solo será un cuento de niños, mientras yo permanezca. Es decir: por siempre.

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