domingo, 2 de junio de 2013

El calor de la muerte

    Siete de diciembre. El viento caminaba por las calles cual niño abandonado. Golpeaba cada puerta y ventana en busca de amor. Amor de alguien que también pasara aquel invierno en ausencia de compañía. Alguien como una tierna viejecita, esperada por una sombra paciente con guadaña detrás del sillón. Alguien como un hombre borracho, que maldijera enfurecido el sinsentido de su vida. Alguien como una embarazada muchacha, al pie de una calle, tapada por un níveo e insignificante pañuelo. Llorando. Muriendo.

    Alguien pasó por el lado de aquella muchacha, tambaleándose un poco, con la mirada perdida.
     ¿Se encuentra bien?
            Silencio y sollozos. Pasó rato largo y la insistencia resurgió.

     ¿Joven? ¿Se encuentra bien?

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